Me gusta ver los relojes allá arriba, acompañados de veletas y campanas, de esferas diversas, comprobar su funcionamiento «lleva un año parado»… me gusta oírlos, los cuartos, las medias, las horas repetidas. El de Tabacos salió literario y doña Emilia hace salir a Amparo de su casa para comprobar de madrugada la hora.
Columna meteorológica con su reloj de sol en los jardines del Relleno. Diseño de Pedro Mariño de 1896. Después de años en el olvido, se recupera de los misteriosos almacenes municipales y, convenientemente restaurada, se pone en un lugar aproximado a su antiguo emplazamiento en el 2006.
Cuatro esferas y tres campanas. Año: 1910
Tres campanas. Año: 1911
Año: 1844
Año:
Año: 1943
Diseño Grupo TAU. Año: 1994. En As Lagoas
Idea del alcalde Molina. Año: 1960
Año: 1889
Cuatro esferas de reloj y remate en una veleta. Hasta 1900 que se unifica el horario dos esferas daban la hora local y las otras dos la de Madrid. Año: 1895
¡Dar cuerda al reloj! ¡qué acción más antigua!
Recuerdo mi primer reloj que me lo regalaron cuando aprobé el ingreso al bachillerato y recuerdo el texto de Julio Cortázar: «Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.»
Cortázar continúa dando instrucciones para dar cuerda al reloj:
«Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.»
¡A comprobar si los relojes funcionan!
Muy bien Ángel,el reloj forma parte de nuestra vida y lo has descrito muy bien, felicidades por el blog me encanta.
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Sorprende la cantidad de relojes que hay en nuestra ciudad al verlos todos juntos. Muy buen reportaje, como nos tienes acostumbrados. Gracias por el magnífico blog.
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Gracias a ti. Buena noche.
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Sobresaliente ! Cada vez te superas más…
…y lo de Cortazar ! Sublime !!
Bravo , bravisimo.
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Gracias. Buen día.
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