EQUIPAJE Y RUMBO

“Pie de foto” imagen acompañada de pequeño texto sobre un recuerdo, proyecto; sugerencia o provocación
Estación Marítima de A Coruña. Año: 1957. Foto: Manuel Ferrol

Baúles en espera a ser engullidos en las bodegas del Juan de Garay y la vidriera reproducción del cuadro de Dióscoro Puebla y Tolín (1831-1901) “Primer desembarco de Cristóbal Colón en América”. Foto hecha, noviembre de 1957, en la Estación Marítima de A Coruña por Manuel Ferrol (1923- 2003). “Fotógrafo de la emigración” el de la afamada  foto del padre y niño llorando abrazados.

 ¿Qué habrá en el interior de estos baúles?  Cuántas dudas!.  Esto sí, esto no. Ropas, enseres, fotos, recuerdos para seguir teniendo vivo el lugar de partida, para seguir pensando en la vuelta. Tal vez algún libro con una hoja de castaño entre sus páginas, un dibujo de un hijo, un pañuelo perfumado recordando la última noche.

Al lado la reproducción del cuadro. ¡América!. Que mejor que el cuadro eternamente reproducido en todos los libros escolares para marcar el rumbo de la ilusión y los temores.

Colón hincado en tierra con su cabellera blanca, estandarte y espada, ojos al cielo dando gracias por haber sobrevivido a tantas penurias, a su lado el franciscano con la cruz ofreciéndosela a los infieles como la palabra de salvación…

Para mí de niño este cuadro representaba un todo, era la imagen que después se ampliaba con la descripción de las gestas de los españoles en el Nuevo Mundo y el origen del Imperio. Recuerdo una tarde de octubre  preparando “El día de la Hispanidad” o “Día de la Raza” el profesor hablaba de la labor evangelizadora de España en América,  comentaba como los españoles habíamos llevado la religión y la lengua a aquellas tierras. Un compañero acertó a preguntar “¿aquellas gentes no tenían religión?” El hermano contestó: “Tenían, tenían muchas que adoraban a cosas raras como a los árboles, a los montes y al sol”. El compañero siguió preguntando “¿aquellas gentes eran mudas?”. “¡Mudas!, ¡mudas!” “¡déjese de decir tonterías!”.

Cuando voy al Ayuntamiento no puedo marchar sin acercarme a uno de sus salones para completar este impresionante cuadro de cerca de 15 metros cuadrados, depositado por el Museo del Prado. Me sigue impresionando.

A los emigrantes que embarcaban en A Coruña también les tenía que impresionar quedando fijado en la memoria.

Cuando los perfiles de la costa coruñesa iban perdiéndose en el horizonte y el ojo de buey poco a poco se nublaba por la respiración entrecortada y las últimas lágrimas de la despedida, más de uno pensaría en las penurias de aquellos hombres que cruzaron por primera vez el océano. “¡Volveré!”

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