El callejón del Lagar tenía para mí un atractivo especial. El suelo sin asfaltar por donde corría el agua en días de lluvia, que había que ir sorteando trayendo el recuerdo de las callejuelas del pueblo castellano donde pasaba los veranos. Representaba una isla en la ciudad.
Empezaba este callejón en Juan Flórez entre la fundición Ortiz y la finca de los Molezunes, era el atajo para llegar al Monte de Santa Margarita y a la clase de francés con la querida madame Paulette. Una gran puerta de hierro siempre abierta marcaba la entrada de la espectacular finca. A la derecha dos o tres gigantescos eucaliptos y al fondo el aserradero con sus torres de madera ya cortada. En la muralla que cerraba la finca destacaban los carteles atractivos de circos y lucha libre. Qué gozada pararse a contemplarlos.
Abundantes talleres de barnizadores, carpinteros, tapiceros que salían en el buen tiempo a hacer parte de la tarea al aire libre daban un aspecto entrañable y alegre a la calle. El sonido de las sierras, el olor de pinturas, barnices, los vivos colores de retales de los tapices contribuían a un ambiente bullicioso y de vida distinta a la cercana calle de Juan Flórez.
A mitad del recorrido ligeramente a la derecha había unas escaleras que comunicaban con Cabo Santiago Gómez, aunque se le seguía conociendo por el anterior Antonio Lens. Este hombre fue el primer alcalde de la República y fundador de la “Cocina Económica”. Con la dictadura se cambia el nombre por el actual de Cabo Santiago Gómez primer muerto de la Guerra Civil en A Coruña al explotarle un proyectil cuando bombardeaba el Gobierno Civil desde el Parrote. Escribiendo esta entrada llega el nuevo cambio de nombre a esta calle que a partir de ahora se llamará “Sinfónica de Galicia”.
Hoy es imposible reconocer el sitio. La nueva calle rompió el tapón que hacía el callejón, dejando una comunicación directa con el Parque de Santa Margarita y el Palacio de la Ópera.
La mayor parte del callejón quedó sepultada por grandes edificios y la calle Costa Rica.
Queda a la izquierda unos restos del callejón que sigue conservando el nombre y parte del aspecto que tuvo aunque asfaltado y con todos los talleres cerrados. Pasé hace tres días todo era silencio y soledad.
LO QUE QUEDA DEL CALLEJÓN DEL LAGAR