CONFESIÓN DE SÁBADO

Pie de foto” imagen acompañada de pequeño texto sobre un recuerdo, proyecto; sugerencia o provocación
Estación Marítima de A Coruña. Manuel Ferrol

El recogimiento de la foto de Manuel Ferrol me trae el recuerdo de las lejanas tardes de los sábados en que parte de la jornada la dedicábamos a la confesión. Eran los comienzos de los sesenta y en el colegio donde estudiaba había clase hasta los sábados por la tarde.

Después de un examen de conciencia en clase nos dirigíamos en fila silenciosa a la capilla donde tres o cuatro confesionarios desplegables nos esperaban para recibir nuestro sincero arrepentimiento. Uno de los confesores siempre tenía aguardando más clientela, era un poco sordo. Había otro en que la concurrencia era escasa, preguntaba mucho enredando en profundidades que no nos gustaban, siempre que podíamos lo evitábamos lo que a veces no era posible. El hermano solía equilibrar los grupos con un «pasé ahí delante». No había libertad de escoger.

Éramos amables con los compañeros ofreciendo a los pardillos pasar primero. “Tu primero”, “no, pasa” dilatábamos el momento para alargar el regreso al aula.

“Ave  María Purísima”, “hace quince días que no me confieso”. “Me arrepiento de:  decir alguna mentira, llegar un día tarde a misa, distraerme en el rezo del rosario soplando en el cogote al compañero, comer una loncha de chorizo el viernes, tirar dos veces de las trenzas a mi hermana y a la otra darle una patada en la espinilla, decir palabrotas… «¿blasfemias?» «Nooo» «Solo: mierda, coño… » «Calle, calle, no en necesaria tanta explicación». «No hay más padre»

“¿Y, malos pensamientos?” “No” era el segundo día que me lo preguntaba, ¿intuiría algo? Pero no, no podía reconocer que en alguna ocasión me imaginaba quemando el colegio o que una vez había querido disparar con una escopeta de aire comprimido sobre el babero blanco de un hermano.

“¿Actos impuros?” “¿A solas?” “¿Con otros?” ¡Ni, idea! ¿Tendría que ver algo cuando pensaba en Marisol, cuando envidiaba la foto que de ella tenía un compañero? Era una foto dedicada que se la había dado en el hotel Embajador cuando vino a Coruña. Aquella preciosa niña de ojos azules, vivos, chispeantes y trenzas rubias, que cantaba, bailaba, se subía a los árboles… “No, padre”

«Arrepiéntete y no vuelvas a pecar», » un credo y dos ave marías», «arrodíllate para recibir la absolución»

Después de correr un poco por pasillos y patio regresábamos a clase con la disculpa que había muchos de otro curso que se habían puesto delante. Ya tenía materia para la próxima confesión.

El hermano nos mandó completar la tarjeta de Ofrendas donde íbamos apuntando los rosarios, comuniones, jaculatorias, sacrificios… y añadí atolondradamente “actos impuros” pensando en Marisol con varias cruces. Hice el recuento y la deposité en el recipiente  junto con las de mis compañeros.

El hermano lo puso a los pies del altarcillo de la Virgen que presidía el aula con sus rosas y claveles que habíamos llevado durante la semana. Echó un poco de incienso  prendiendo fuego. 

El olor, poco a poco inundó toda la estancia mientras el humo subía hacia el altarcillo de la Virgen junto con el recuerdo de Marisol y los cánticos de «Con flores a María que madre nuestra es»

Mañana sería domingo y después de la misa en el colegio, por la tarde tocaba partido del Deportivo en Riazor.

De dos en dos

Pensaba titular esta entada con “De parejas”, lo he cambiado por “De dos en dos”. Buscando “parejas” en internet, responde con una cantidad ingente de páginas pornográficas, encuentros, intercambios… Así que para no frustrar al personal y evitar malentendidos  queda en “De dos en dos”

La cosa va de fotos donde los protagonistas son dos personajes inmortalizados por la imagen.

Conocidos o famosos unos, otros desconocidos y a veces al cincuenta por ciento.  En todas hay una historia, desde el posado medido y estudiado para la posteridad que “salgamos guapos” como  la boda de Castelao o la de Emilia Pardo Bazán y su madre; el trabajo duro de los ancianos cosiendo redes en el Parrote; la lucha por el amor del enlace de Marcela y Elisa; la simpatía de la lechera y el guardia; la ironía de la salida del Pazo de Meirás del dictador entre una pareja de guardias civiles como si se desalojase a un ocupa; el recuerdo del caballito Lindo y Antonio Barreiro o la charla mañanera de las dos mujeres en zapatillas al lado del desaparecido kiosco del Rosalía…

Todas nos cuentan una historia de vidas pasadas: felices, tristes, provocadoras… recorrámoslas descubriendo cada una de las historias escondidas.

Cosiendo redes en el puerto. Año: 1942. Foto: Martí
O cego de Padrenda. Lourinzán, 1915. Foto: Pacheco
Cantones. Años: 60. Foto: Blanco
Luis Suárez y su mujer en los toros. Año: 1966. Foto: Blanco
A Coruña, 1901. Marcela y Elisa el día de su boda. Foto: Sellier
Boda de Castelao. A Estrada, 1912. Fuente: Tabeirós de Montes
Santiago, 1924. Foto: Anderson
Luz Pozo y su madre. Año: 1953. Fuente: Archivo Luz Pozo
Amalia de la Rúa-Figueroa y Somoza con su hija Emilia Pardo Bazán
Folledo y Grandío. 1967
Acuña y Zamora. Año: 1943. En el viejo Riazor
Año: 1933. Foto: Pacheco
Pedro de Llano «Bocelo» y Wenceslao Fernández Flórez. Año: 1957
Pazo de Meirás. Año: 1978. Foto: Xose Castro
Don Manuel Puga y Parga «Picadillo» alcalde de A Coruña con don Paquito
A Coruña. Año: 1960. Foto: Manuel Ferrol
Estadio de Riazor, Grada Infantil. Años: 60. Fuente: Libro de oro del Deportivo
Visita pastoral a Santiago de Lindín. Año: 1961. Foto: Pernas
Rotonda de Riazor. Año: 1959. Foto: Blanco
Delante del Teatro Rosalía. Finales de los sesenta
Foto de Francisco Pillado
Primera Comunión. Carballiño, 1913. Foto: Ramón Godás
Antonio Barreiro y su caballo Lindo
Vigo? Año: 1954. Foto: Francisco Losada
Principios del XX