ANIMALES EN LA CIUDAD

He ido recogiendo en internet diversas fotografías con protagonistas en común: Lo animales  de carga. Hoy salvo perros, con chubasquero para que no se constipen,  es imposible ver otro tipo de animal en la ciudad.  Tengo recuerdo en mi infancia de la cabra subiendo por la escalera al ritmo del tambor, del  burro que tiraba del carro de Juanito repartiendo las barras de hielo y el de los organilleros. También de las mulas que llevaban los sifones de la fábrica de la  «Cuesta de la Unión» y las del carro del pescado  que lo acercaban a la plaza de Lugo desde el puerto.

A finales de los setenta en el colegio en que trabajaba, hizo su aparición en pleno patio a la hora del recreo un burro tirando del carro que iba buscar la lavadura. Siempre esperaba fuera, aquel día debió de quedar la puerta del patio abierta y no se le ocurrió mejor idea que entrar. La que se armó fue buena,  con todos los chicos en el patio detrás de burro, carro y carretero. 

 

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FOTO: BLANCO

Una mañana de comienzo de los sesenta Juan Flórez se vio visitada por esta manada de vacas,  iban camino de la cercana plaza de toros donde serían recogidas por los ganaderos para llevarlas a sus establos. Todas ordenaditas, no aparece ningún desmán: vienen y van.

En la primera foto pasan a la altura de la calle Ferrol, de frente en la esquina estaba ultramarinos La Paloma de doña Rosa, persona amable y cariñosa,  y su hijo Julio. Tenían un empleado: Pepe, que llevaba los pedidos en un cestón de mimbre del que salían siempre cosas maravillosas. Hoy la esquina y parte de la calle está ocupada por la elegancia de Ottodisanpietro, lo que es la evolución.

La segunda es donde hoy está Cortefiel, a la izquierda de la foto. Entonces el Leirón o Parque del Casino, a la derecha un garaje con surtidor de gasolina. La calzada empedrada y de doble dirección,  al fondo de la imagen la Plaza de Pontevedra.

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Plaza de Mina 1910?, a la derecha la casa Fernandón, hoy la de Unión y el Fénix. Gran animación en este cruce de caminos. Al fondo a la izquierda lo que con el tiempo sería la Rosaleda en terrenos del Malvecín y por la calzada los tranvías tirados por caballos, la gente convive tranquilamente entre el tráfico de la época.

La segunda foto de 1917. Observamos que ya hay tranvías eléctricos, comienzan en el 13, pero sigue habiendo mucho transporte en animales. Al fondo, la construcción de la torre de la iglesia de los Jesuitas y ligeramente a la derecha el hotel Francia.

Los taxis de comienzos del siglo pasado ya paraban cerca del Obelisco acercando a lo «más más» hasta los toros si era necesario, como nos muestra la foto de la derecha. Me recreo en la elegancia de las calesas con toldo para suavizar los calores de agosto.

Es el año 1909 y el fotógrafo Pedro Ferrer. Al lado del Obelisco había este establecimiento de venta de leche donde acercaba la leche el carro.

El carro de la derecha transporta cervezas de la fábrica de La Estrella de Galicia y por lo que se ve alguno quería aligerar el trabajo de las mulas. Parecido carro transportaba a comienzo de los sesenta los sifones de la fábrica de la Cuesta de la Unión.

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Durante la huelga general del 17 en A Coruña fueron los Exploradores de España los encargados de la limpieza de las calles. Pedro Ferrer nos deja este interesante documento. La foto tomada en los Cantones podemos ver la librería Zincke. No aparece el teatro Linares Rivas, antecesor del Avenida, todavía no construido.

Dos imágenes para aliviar fríos y calores. En la primera a principios de siglo vendedoras de piñas saliendo del Campo de la Leña, después de su venta para ser quemadas en las cocinas económicas también conocidas por bilbaínas. La segunda  foto  tomada en el año 1959 por Blanco en la calle Rubine.  Verano con toda seguridad. Botijero con ayuda del burro, donde lo aparcaría, acercaba su producto para refrescar el agua. En muchas casas la nevera no había llegado. A la derecha de la fotografía estaba el periódico El Ideal Gallego y el colegio de las Terciarias. Todo fue poco a poco desapareciendo con el progreso.

 

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Organillero a comienzo de los sesenta en Los Porches conocido como el «Bernabéu». No era el único, recuerdo un matrimonio que recorría con su organillo los lugares de terrazas animando al personal. En la fiesta del Casino se acercaban y en alguna ocasión daban permiso para darle a la manivela.

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Seriedad en esta entrañable foto de 1903. Siempre dispuestos a ayudar si lo requería la ocasión.

Y se acaba la historia, todo evoluciona, cambia, fluye.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SIN PALABRAS 1

El humor gráfico de mediados del pasado siglo solía añadir a pie del dibujo un escueto: “Sin palabras”, cuando no tenía texto. Retomo esa expresión que en principio es algo así como: “Todo está dicho”, para titular esta nueva categoría en el blog. Pondré dos fotos, una antigua y otra actual,  sin comentario. Daré información  del lugar, año y autor; dejando a los blogueros los posibles comentarios. Titularé cada entrada con “Sin palabras 1, 2, 3…”. Espero que entretenga  a alguien.

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CASA GÓTICA, A CORUÑA. 1924. FOTO: RUTH ANDERSON.

 

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EN LA ACUALIDAD. FOTO: A.R.

 

 

 

LOS NARCISOS CAMINO DE LA BALSA

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DOBRO (BURGOS). Esta fotografía está tomada en la Ruta de los Sentidos (Puente Arenas-Tudanca), Burgos (GR 85), en el Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro. A unos cuatrocientos metros del pueblo de Dobro y camino de La Balsa, nos encontramos si pasamos alrededor de la primera luna llena de primavera, con un tapiz amarillo de considerable tamaño, formado por  bellos  y alegres  narcisos. Salen entre helechos y aliagas en una suave ladera, al pie de hayas, orientada  al norte frente a Peña Alta.

Continuando el fácil camino, al despuntar el día o al atardecer lo más probable es encontrarnos con corzos que pastan tranquilamente; llegamos a una balsa artificial construida para el riego a comienzos de los ochenta. Este lugar de niño lo conocíamos como Sundelagua y estaba formado por una serie de pozas comunicadas que se nutrían del agua del deshielo. Había allí abundantes cangrejos ibéricos; muchas tardes, en compañía de un querido tío, pasé  allí dedicado a su pesca.

El ir a pescar los cangrejos era todo un ritual. Esperar que el sol empezase a declinar, preparar los reteles, buscar el cebo apropiado… la merienda no podía faltar. El lugar adecuado donde poner los reteles era fundamental para tener una buena pesca, si no acertábamos con la elección había que cambiarlos de lugar y  esperar sentados contando historias y echándonos unas risas. Qué alegría al sacar los reteles y contar los que venían: seis, siete, ocho…los gordos al cesto y los canijos al agua para que creciesen, “de aquí no marchan hay que dejar que engorden” decía mi tío.

Hoy en La Balsa, del cangrejo solo queda el recuerdo, ha sido sustituido por una especie de carpas invasoras que algún esforzado pescador utiliza para pasar el tiempo. Cuando paseo alrededor de La Balsa veo a los pescadores con cara triste, no sonríen. Les falta lo que yo tuve hace ya muchos años: ¡Los cangrejos!

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CUANDO AL PARQUE DE SANTA MARGARITA LE LLAMÁBAMOS MONTE

 

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AÑOS CINCUENTA. FOTO: ALBERTO MARTÍ

Muchas tardes de jueves disfruté entre pinos y eucaliptos en el Monte de Santa Margarita. No existía la prohibición de pisar el césped, no se molestaba a nadie con el balón, o con los objetos que nos lanzábamos en nuestras eternas luchas; era la alegría de jugar sin preocupación.

Llegaba al Monte por el callejón del Lagar y ya en la Avenida de América aparecía la majestuosa cantera donde hoy está el Palacio de la Opera. La única advertencia era que no nos acercásemos a la cantera. Similar a la  historia de la Biblia de Adán y Eva, tantas veces relatada en el colegio, del fruto prohibido. Y como la manzana prohibida, la cantera siempre atraía, sobre todo cuando aparecían arriesgados muchachos que serpenteaban por los salientes de las rocas intentando llegar lo más arriba posible. Sentía envidia. Algún día coincidía oír una cornetilla que avisaba que iba a estallar un barreno en la cantera, pues estaba en funcionamiento. Mis padres, que de recién casados habían vivido en la calle del Palomar, contaban que a veces habían entrado pequeñas piedras por la ventana como consecuencia de los barrenos.

Otras veces subía por la Cuesta de  La Unión y a la mitad de la calle podíamos contemplar las mulas tirando de algún carro para transportar los sifones y gaseosas que se hacían en la fábrica que allí había.  A la entrada del Monte, estaba el chalet de Enrique Mariñas, con su singular Mercedes. Cuánta emoción transmitida con su palabra  en aquellos partidos narrados en la radio. También aquí la calle era animada por niños que la bajaban  hasta llegar a Juan Flórez o más abajo montados en los carritos fabricados por ellos.

Una vez en el Monte todo era libertad. Los juegos variados, guerras lanzándonos bolitas de eucalipto, tirachinas,  esconderse en el inmenso espacio, jugar al futbol en la explanada, intentar meterse en la construcción que después sería la Casa de las Ciencias, hacer indagaciones en los restos el viejo molino, sortear los pulpos puestos a secar. Los juegos a veces eran interrumpidos  para acercarnos a curiosear desde la lejanía los viejos camiones de Radio Nacional que estaban  cerca del viejo molino, en el lugar que hoy ocupa la biblioteca.

Repetíamos historias oídas a nuestros mayores, ampliándolas y fabulando con espías alemanes y submarinos como protagonistas. No en vano los conocíamos como “los camiones de los alemanes”.

La verdad después contrastada, es que aquellos viejos camiones llegaron de Burgos a finales del 39 después de haber dado servicio a los golpistas en la Guerra Civil. La programación de Radio Nacional en un principio era escasa,  pero el resto del día emitía señal para  los barcos alemanes. En el 42 emitió programas destinados a los voluntarios de la División Azul. Deja de funcionar como centro emisor en 1963.

Hoy mi querido monte ha evolucionado con instalaciones y cuidados que son ejemplo de un buen hacer. La Casa de las Ciencias, joya del parque y de la ciudad, el Palacio de la Ópera en terrenos de la antigua cantera con su cascada artificial, las pistas de variados juegos, merendero, parque infantil, Centro Social…

En esta entrada al blog quiero dejar especial recuerdo de  los pulpos tendidos a secar, los viejos y enigmáticos camiones de los alemanes y por encima de todo el juego en completa libertad con la escalada por la prohibida  cantera, que nunca intenté…  ¿o sí?

 

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AÑO 1959

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FOTO: FERRER

 

EN LA ACTUALIDAD

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LUGAR DONDE ESTABAN LOS VIEJOS CAMIONES DE RADIO NACIONAL

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LA CANTERA EN LA ACTUALIDAD

 

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PALACIO DE LA ÓPERA