PRIMER SUPERMERCADO

Supermercado CABSA en el mercado de San Agustín. Año: 1958. Foto: Blanco

La foto corresponde a las colas que se formaban en el primer supermercado de la ciudad días después de su inauguración. Estaba en los bajos del mercado de San Agustín.

Había sido promovido por la “Comisión de Abastecimientos”  (CABSA) para moderar los precios y combatir la inflación, y a finales del verano del 58 lo inaugura Franco acompañado del Cardenal Quiroga Palacios para su bendición.

La apertura del establecimiento fue un hecho transcendental en la ciudad. Se comentaba en todos los corrillos, los tenderos de toda la vida con prevención.

Lugar diáfano, expositores con productos empaquetados, cámaras frigoríficas, cajas registradores donde cajeras uniformadas con cinta recogiendo el pelo cobraban los artículos que los clientes habían ido depositando en una cestita ofrecida a la entrada. «¡Pase y sírvase usted mismo!»

!»Hasta la panceta se transformó en beicon»!

Luz, limpieza, música ambiental y toda la instalación hecha en 48 días según la prensa de la época. Un gacetillero de la Voz comentaba al final de su crónica “las amas de casa están de enhorabuena”

Recuerdo haber ido alguna vez con mi madre. Entre varios productos compró unos huevos que venían empaquetados y con cuño.

En casa no gustaron, ganaron por goleada los huevos de Consuelo de la Plaza de Lugo, aunque no tuviesen cuño y si, algún resto de plumas.

“Pobres gallinas parece que trabajan en Hacienda” comentó mi padre.

Yo prefería ir a la tienda del barrio, me sonreían acompañando siempre el cariñoso saludo con una galleta de coco o un caramelo.

… poco a poco se fue diciendo adiós al papel de estraza, al cuartillo y medio de aceite, a arenques ahumados, a los sacos de legumbres, a las hojas de bacalao colgadas a la entrada, al «apúntamelo», a la charla con el tendero… y hasta al gato vigilante de ratones.

4 opiniones en “PRIMER SUPERMERCADO”

  1. ¡Hasta la panceta se transformó en beicon!
    Me encanta la explicación. Aquello situaba a nuestra ciudad en el modernismo de las cajeras uniformadas y el sírvase usted mismo. A pesar de que enseguida añoramos a la tiendade la esquina, sus galletitas y sus caramelos. Y el «anóteme esto en la libreta…»
    Qué tiempos…

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